El edificio

Patio del Archivo de Montoro

El edificio perteneciente al Convento o Colegio de Niñas Educandas se encuentra colindante con las Casas del Excmo. Ayuntamiento de Montoro, de las que algunas de sus dependencias fueron incorporadas a salas del consistorio a fines del siglo XX, como por ejemplo las actuales oficinas de intervención que se asientan en lo que en el pasado era conocido como Salón Verde,

lugar aprovechado por la congregación de hermanas del Patrocinio de María como sala de usos múltiples, y donde, según testimonios orales, se realizaron algunos cabildos y reuniones de Cofradías Montoreñas como por ejemplo la de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Tras la venta de este inmueble a la administración local en la década de los noventa del pasado siglo XX, fueron varias las habitaciones 

que reinvirtieron su uso religioso (cuarto de enseres de la iglesia de San Juan de Letrán) a sede de la Seguridad Social, y el resto del edificio para Mancomunidad del Alto Guadalquivir, cuya ocupación ha tenido hasta el mes de marzo de 2010.

 En la zona conventual recayente a la C/ Criado Hoyo se dispuso la ubicación de Policía Local, Oficina de Rehabilitación preferente,

Asociaciones y Protección Civil, a la vez que otras pequeñas salas del llamado patio del naranjo, se usó para la ubicación de cárcel local.

Pero la parte que nos ocupa y más nos interesa es la sede del Archivo General de Montoro el cual se colocó en su dia en los sótanos del mismo inmueble, lugar donde se hallaban las cocinas y comedor del Colegio de San Juan de Letrán.

El edificio perteneciente al Convento o Colegio de Niñas Educandas se encuentra colindante con las Casas del Excmo. Ayuntamiento de Montoro, de las que algunas de sus dependencias fueron incorporadas a salas del consistorio a fines del siglo XX, como por ejemplo las actuales oficinas de intervención que se asientan en lo que en el pasado era conocido como Salón Verde, lugar aprovechado por la congregación de hermanas del Patrocinio de María como sala de usos múltiples, y donde, según testimonios orales, se realizaron algunos cabildos y reuniones de Cofradías Montoreñas como por ejemplo la de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Tras la venta de este inmueble a la administración local en la década de los noventa del pasado siglo XX, fueron varias las habitaciones que reinvirtieron su uso religioso (cuarto de enseres de la iglesia de San Juan de Letrán) a sede de la Seguridad Social, y el resto del edificio para Mancomunidad del Alto Guadalquivir, cuya ocupación ha tenido hasta el mes de marzo de 2010.

En la zona conventual recayente a la C/ Criado Hoyo se dispuso la ubicación de Policía Local, Oficina de Rehabilitación preferente, Asociaciones y Protección Civil, a la vez que otras pequeñas salas del llamado patio del naranjo, se usó para la ubicación de cárcel local.

Pero la parte que nos ocupa y más nos interesa es la sede del Archivo General de Montoro el cual se colocó en su dia en los sótanos del mismo inmueble, lugar donde se hallaban las cocinas y comedor del Colegio de San Juan de Letrán.

 

La Construcción

El origen histórico de este inmueble se remonta a 1764, momento en el que el vicario don Juan Antonio del Peral y Buenrrostro solicitó permiso al Obispo de Córdoba, don Martín de Barcia, para la construcción de un Colegio de Niñas Educandas en la villa de Montoro, colindante con la ermita de San Juan de Letrán: “…ha resuelto establecer en el santuario de Señor San Juan de Letrán y casas contiguas, un colegio de Niñas Educandas para facilitar por medio de una instrucción tan oportuna como en semejantes casas se logra los adelantamientos espirituales y temporales que  su paternal amor de sea a todo este vecindario. Y necesitándose para este efecto  traer la pared de dichas casas por línea recta hasta que mire su extremidad por otra ygual línea a la esquina superior de dicha Herrmita…”.  (AMMo. [SAC], Tomo 29, Año 1774, pp. 78r-v.)

Para la construcción del inmueble se precisaba bastante terreno, el cual se consiguió del espacio que ocupaba la llamada Casa del Santero de Jesús y por otro, de dos edificaciones de pequeño carácter que existían enejas a esta anterior, las cuales debían de adquirir de la venta del antiguo Hospital de Peregrinos. Del mismo modo para sufragar las obras de demolición y construcción de estas edificaciones se emplearía el dinero de algunas Obras Pías dedicadas al sustento de huérfanas y de religiosas pobres establecidas en Montoro.

El 27 de marzo de 1764, don Juan Antonio del Peral se dirigió al Concejo montoreño para que le permitiese enlazar la pared del edificio de Niñas Educandas con la ermita de Jesús Nazareno, cegando una de sus puertas principales. El Ayuntamiento accedió a ello, y gratuitamente le concedió terreno y permiso para que lograse dicho objetivo. Además el Cabildo en vista a dicha solicitud decidió entregar una porción de terreno de gran importancia para que se utilizase en el nuevo emplazamiento del Convento.

El Obispo de Córdoba accedió a la petición del vicario a fecha 30 de marzo de 1764, otorgándole a don Juan Antonio del Peral y Buenrrostro el poder suficiente para que utilizase el ensanche del edificio, la Casa del Santero, una casa comprada de lo que resultase de la venta del Hospital de Peregrinos y el terreno que cedió el Regimiento de Montoro para este fin.

Las obras del edificio se dilataron durante más de dos años, puesto que en una misiva remitida a 5 de abril de 1766 por el Prelado cordobés, se instaba al vicario que mandase el plan de las obras del Colegio y que se propusiese a su vez un informe completo sobre la cuantía de los arbitrios que se iban a emplear para concluir el mismo.

Tras esta carta, del Peral y Buenrrostro se percató que podía construir un edificio mucho más amplio que el proyectado en un principio, despachando con don Francisco Mexía de la Cerda, Marques de la Vega de Armijo, la donación de una parte de tierra que éste poseía perteneciente al mayorazgo del marquesado inmediato a esta fundación benéfica. Esta gestión parece que llegó a buen entendimiento, pues el 25 de abril de 1766, el escribano don Alfonso Ortiz Méndez de Sotomayor puso en conocimiento de este religioso que el Marqués cedía para el Colegio una porción de cinco varas y cuarta de largo, unas tres cuartas de ancho que componen en total unas nueve varas superficiales, además de una corta parte de otra de las casas que pertenecían a este noble junto con un amplísimo corral. Todo esto le fue informado al vicario por el apoderado del Marquesado de la Vega de Armijo, don Luís de la Cerda, vecino de Córdoba.

La ejecución del nuevo edificio concluyó en torno al 16 de junio de 1766, ya que ese día visitaron las obras el señor don Juan Antonio Carrascal Velliz, secretario del Obispado de Córdoba; don Juan Antonio del Peral y Buenrrostro, vicario de Montoro; y el maestro de las obras, don Francisco de Aguilar.

Escrito antiguo

El Fundador

Retrato de Juan del Peral

Don Juan Antonio del Peral, fundador de este Colegio o Convento de Niñas Educandas, nació el 13 de noviembre de 1730 en la vecindad de Cañete de las Torres fruto del matrimonio contraído entre José del Peral y Buenrrostro y Juana Francisca Zúñiga Abarca y Coca. Hizo numerosa gestiones en Montoro como la construcción de nueva Casa Tercia, Construcción del triunfo a San Rafael en la parroquia de San Bartolomé, nuevo Posito, portador de una llave de la insaculación, Colegio de Educandas, desarrollo del Catastro de Tomas López, etcétera. Algunos de los cargos que desempeñó don Juan Antonio del Peral y Buenrrostro a lo largo de su vida fueron los de Calificador del Santo Oficio, Beneficiado de Castro del Río y Espejo, Examinador Sinodal del Arzobispado de Sevilla y de Astorga, y Prebendado de la Santa Catedral de Córdoba.

Don Juan Antonio del Peral también se hizo cargo de trasladar y dirigir las obras del hospital de Jesús Nazareno pues algunas de sus partes se habían desplomado. Este deterioro provocó que a fines de la década de los setenta del siglo XVIII, trasladase a la nueva obra a los ancianos y enfermos ingresados en este inmueble. Intuimos que ayudó don Pedro del Cerro en el planteamiento de la nueva capilla del Hospital, en la sala donde se instalarían las religiosas, en el diseño del aljibe, obras del coro, y el la proyección de su sepultura en el interior del templo. De ahí que el 18 de enero de 1777 escribiese una carta al Cabildo eclesiástico de Córdoba, pidiendo la exención de algunas de sus obligaciones cotidianas pues tenía que atender la flamante fundación del Colegio de Niñas Educandas, la reforma de la parroquia de San Bartolomé y el traslado de los enfermos.

Don Juan Antonio del Peral y Buenrrostro falleció el 30 de noviembre de 1802. No sabemos que fue la enfermedad que ocasionó la muerte del religioso, pero todo parece indicar que fue una muerte súbita según consta en la sesión capitular del 3 de diciembre del mismo año: “…por haber fallecido repentinamente el señor don Juan Antonio del Peral y Buenrrostro, vicario, juez eclesiástico de las Iglesias de esta villa, como al toque de oraciones del día treinta de noviembre próximo…”. (AMMo., [SAC.], Tomo 38, Año 1802, p. 346r.). En esta se hace un auto para que el albacea testamentario del religioso devuelva la llave al consistorio del arca de la Insaculación, pues al tener la misma tres llaves no podían celebrar la elección de nuevos cargos.  Al final el nuevo vicario, don Juan Antonio Canales, recibió el cargo de sucesor del fallecido pasando a abrir el arca el 6 de diciembre del año en cuestión.

Desde entonces el sustento económico de dicho inmueble procedía principalmente de las rentas que don Juan Antonio del Peral le asignaba de su propio haber, aunque también se nutrió de otros donativos provenientes de vecinos pudientes, sobre todo si don Juan Antonio los asistía en la redacción de su última voluntad. En la doceava pregunta del interrogatorio de Tomas López de 1792, el vicario hizo constar la existencia de un Colegio de Niñas Educandas en la localidad, “…donde las internas reciben gratuitamente clases públicas, enseñándose a leer, escribir, coser, bordar y demás haciendas propias del sexo…”. También hace hincapié en que aprendían también las reglas básicas de la vida civil y cristiana.

Se encuentra sepultado, por petición suya testamentaria, en las espaldas de la ermita de San Juan de Letrán con una sencilla lápida que refleja que descansan los restos del Ilustre vicario y fundador del Colegio de Niñas Educandas.

Guerra de la Independencia

Fueron muchos los vaivenes que ha tenido este edificio a lo largo de la historia. Sabemos que a los pocos años del fallecimiento de su fundador el Colegio contaba con grandes sumas monetarias, las cuales con motivo del la Guerra de la Independencia (1808 – 1814) se tuvieron que emplear en el mantenimiento de tropas y demás carestías en el municipio. El 1 de junio de 1808 fue conformada en Montoro una junta económica por los vecinos más poderosos del municipio, que entregaron una partida monetaria importante destinada al auxilio de las familias de los mozos que se habían ido a luchar, ya que alguno de ellos dejaba a madres mayores, hijos, hermanos pequeños y mujeres. En atención a este desamparo el Consistorio dispuso que estas indefensas personas quedaran a las expensas de los fondos del Colegio de Niñas Educandas, ya que en las arcas de este centro benéfico se encontraban depositadas doce mil reales que dejó por manda testamentaria doña Francisca Fernández de Molina.

Para el reparto de este dinero, el señor don Francisco Nuño de Lara, procurador general y síndico personero, se encargó de abrir un expediente personal bajo el cual, se comprometía a reintegrar la cantidad referida a las arcas de esta fundación pía una vez acabada la lucha contra los franceses. Este señor quedaría de la misma forma a cargo de repartir las diferentes cantidades entre los montoreños más necesitados.

El día 2 de junio de 1808 se celebró otra junta en las casas consistoriales para declarar que se habían entregado de los fondos municipales a la causa de la Independencia trece mil setecientos cuarenta y nueve reales de vellón, los cuales resultan de las cantidades siguientes: seis mil del presbítero don Juan Antonio Canales, cinco mil setecientos cuarenta y nueve que se hallaban depositados en el Colegio de Niñas Educandas y los dos mil restantes del fondo de contribuciones de esta villa.

Foto de grupo colegio niñas educandas

Del Siglo XIX a la Actualidad

Foto de grupo en la calle

En 1836, y coincidiendo con los movimientos Carlistas que se sucedían por el término municipal de Montoro, los regidores montoreños decidieron como medida de urgencia la ampliación de la Cárcel pública por el patio del Convento de Niñas Educandas, quedando algo mermado el terreno perteneciente al mismo.

En 1872 las hermanas del Patrocinio de María solicitan permiso para la construcción de dos salones grandes para la impartición de clases en el Colegio de Niñas Educandas. El Ayuntamiento accedió a lo solicitado emitiendo incluso para la comunicación de este efecto un bando local.

Durante la II República Española, fueron muchas las cartas de solicitud de ayudas y de ampliación de aulas para la impartición de clases por parte de la Superiora de la congregación de monjas allí establecida, aunque la falta de medios y el abundante paro obrero que se daba en Montoro parece que no hicieron posible que se concluyesen los proyectos en su totalidad. Con la Guerra Civil el edificio fue en cierta medida saqueado, aunque la comunidad de monjas siguió viviendo en el mismo hasta la evacuación del pueblo el 24 de diciembre de 1936.

Finalizada la Guerra se retoma el mismo uso del inmueble, ejecutándose nuevas obras entre los años 1969 – 1970.

En torno a 1992 el edificio fue vendido y adquirido por el Ayuntamiento de Montoro, colocándose en el mismo parte de las oficinas de Mancomunidad, Seguridad Social, Policial Local y Ayuntamiento.

En la Actualidad es sede del Archivo Municipal de Montoro y del departamento de nuevas técnologías.